
Todas esas obras son construidas en base a préstamos internacionales, lo que demuestra la incapacidad del gobierno dominicano para autosostenerse, hipotecando nuestra soberanía, pero, claro, eso el pueblo no lo sabe. Esos préstamos más temprano que tarde tendremos que pagarlos, con todo y sus fuertes intereses.
El gobierno de turno se engrandese construyendo “majestuosas” obras, se vanagloria del “desarrollo” de su gestión, pero nos están atando al yugo de las deudas, que nos hundirán aun más en el atraso como nación.
Pero lo redondo de este ‘negociazo’ es que mientras derrochan un dinero que no han hecho nada para producirlo, crean la falsa ilusión de que nuestro país “e´ pa´ lante que va”, y los funcionarios del gobierno se hacen cada vez más ricos con el dinero que se roban con la sobre valuación de esas obras. ¿Increíble no?
Le roban el futuro al pueblo, se hacen multimillonarios robándole al país, y de paso elevan su simpatía en una parte del pueblo, víctima de la ignorancia que la misma clase gobernante ha fomentado.
Esas fastuosas obras, lejos de ser un signo del desarrollo, son la fuente de ingresos mal habidos más lucrativa que tienen los funcionarios gubernamentales, y sus testaferros. Lejos de ser un símbolo de orgullo para el pueblo dominicano, son una vergüenza, una burla a nuestro laborioso pueblo. Con ellas se nos exprime de nuestro sudor y nuestra pobreza las fortunas de los corruptos, esos que mantienen a este pueblo atado al subdesarrollo.
CLAUDIO ANTONIO CAAMAÑO VÉLEZ